Desde la tierra, del cielo, desde la cabeza y los hombros manchados, con la piel estragada por el delirio, escribió poesías que vendía en la calle Los Leones, cuentos de pulgas que, adormecidas en las alfombras, miraban a las corbatas de punta y a los hombres en vías paralelas, esto cantaba:
“El prejuicio social
se interpuso entre los dos
no se pueden amar
diferente condición…”
Recuerdo de mi hermano, Enrique