La vida es una cosa sin sentido, ilógica, en la cual los momentos de felicidad solo son pequeños reflejos de la agonía del mundo en el que vivimos, inevitables. Algunos creen que se salvan de esta, viviendo una vida llena de lujos y excentricidades las cuales te hacen olvidar lo trágica que es la realidad, la que sufren todos, pero nunca nadie podrá escapar del final de esta, lo que es sumamente inevitable.
Los días no tienen sentido, al igual que la cotidiana rutina que llevamos día a día, pero no podemos detenernos, no hasta alcanzar el “éxito” en esta vida, el cual nos hará olvidar lo infelices que somos en esta realidad, con algo que no elegimos, aún así aquí estamos, combatiendo en territorio ajeno, una guerra que no nos pertenece. Nos llenamos de problemas los cuales no importan debido a que la vida ya es un problema el cual enfrentar hasta el último de los días de esta injusta realidad que solamente hay que seguir directo al ocaso de la perdición de nuestro ser.
¿Perderlo todo? Al inicio de todo no se tiene nada, lo mismo se repite al final.
Uno no puede fingir la humildad ni otros sentimientos de real afecto, porque vienen de lo más interno del corazón humano, el cual extrañamente es el que da vida, pero se salva de este mundo de agonía y sufrimiento.
Solo basta adentrarte en este mundo, ser consumido por la oscuridad y convertirte en un hueco, portando una maldición la cual estas destinado a llevar por el resto de los días. Perdidos estamos, ya no hay vuelta atrás. Después de todo, nada es relevante, todo es cotidiano y el final cerca está.
¿Felicidad o vistosidad? ¿Cómo se sirve la pregunta?